jueves, mayo 12, 2005

REMO

Remo, remo, remo . . .
Remo hasta agotar mi deseo,
remo con el alma y el sentimiento,
hasta que mis mùsculos,
agonicen deshechos.

Remo aunque mi piel sea carne viva,
por las ampollas en manos y dedos.

Remo desde los calores ardientes de verano,
hasta las temperaturas bajo cero,
desde las mañanas anaranjadas de destellos,
hasta que las estrellas se posen en el firmamento.

Introduzco las palas de los remos,
que son como alas acariciando el agua,
viendo como la popa avanza,
mientras brazos, piernas y espalda,
trabajan como màquinas.

El bote, esa maravilla sencilla se desplaza,
como un pàjaro en pleno vuelo,
como un aviòn en el cielo,
o un delfìn en el ocèano.

Remo, sintiendo que huyo de la realidad a un mundo perfecto,
donde no hay hambre, donde no hay guerras,
el de la paz, el de los poetas y los versos.

Y cuando corro por los cerros,
y cuando con mi bicicleta hacia las alturas trepo,
al entregarme al sublime placer del sexo,
o escribiendo, tambièn remo,
porque lo llevo en el pensamiento.

Remo para que el día de mañana,
cuando padre, cuando abuelo,
relatar historias que no son imaginarios cuentos,
destinados a dar sanos ejemplos ,
a generaciones a través del tiempo.

Remo un bote de competencia,
o un simple bote de paseo,
remo como puedo,
aùn cuando duermo,
porque remar,
es, fuè y serà un sueño.

Gabriel Alto Caldirola